Si, todo lo que se dice es cierto. Es la profesión más dificil de todas. Es la carrera más larga y la que más sacrificios te exige. Es la carrera en la que más estudias y menos tiempo libre tienes. Tendrás que hacer infinidad de guardias y trabajar 36 horas cada 3 días durante el año del internado. Después harás un año de servicio social, en donde serás el médico en una comunidad rural. El único médico. Durante todo un año. Y eso es solo la carrera de medicina general, sin contar la residencia que elijas. Pero la medicina es la profesión más noble y más hermosa de todas.
Desde el día en que entré a la facultad de medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México hasta el día de hoy, han pasado más de 8 años. De entre todos esos años, los que más atesoro son dos: el año de mi servicio social y el segundo año de mi residencia.
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Realicé mi servicio social en una comunidad rural enclavada en la sierra gorda queretana, que es la frontera norte con el estado de San Luis Potosí. Santa Inés se encuentra a unas 7 u ocho horas de la Ciudad de México. Es posible llegar hasta la comunidad de Tilaco por carretera pavimentada. A partir de ahí, comienza un camino de terracería que sube a traves de la sierra y se torna muy peligroso en ciertas partes.
Ese año fue el año en que me convertí en médico. Siendo el único médico en kilómetros a la redonda, atendí todo, en todos los días y horarios. Jamás pude negarle una consulta a nadie. Por más cansado o harto que pudiera estar, cuando algo llegaba en la madrugada, generalmente un niño o un bebé enfermo, o en la tarde, en la mañan, a la hora que fuera, siempre consideré una crueldad negar una consulta. Porque cuando decidimos estudiar medicina elegimos tambien llevar esa responsabilidad, la más grande todas: la de tener una vida humana en nuestras manos. De modo que el haber estudiado por 6 años y tener los conocimientos necesarios para tratar una infección nos obliga a atender a la persona que sea, sea el día o la hora que sea.
Por supuesto, la medicina también trae consigo recompensas que ninguna otra profesión nos da. Nunca olvidaré a la gente de Santa Inés. A mis pacientes. A Oliva, mi enfermera, a su familia. A Don Rodrigo y Don Rito, las dos personas con tuberculosis que diagnosticamos aquel año y que nos trajo consigo a Oli y a mi el tamizaje de todo un pueblo.
Nunca olvidaré la forma en que me despidieron. Ellos me dieron mucho más de lo que les dí a ellos.
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El segundo año de mi residencia tuve el consultorio 6 del módulo E del instituto nacional de psiquiatría. De no tener mayor responsabilidad el primer año, durante el segundo año, tu eres el médico, tu diagnosticas, tratas y decides todo.
Creo que como médicos estamos obligados a saber, y en ese sentido es importante ir a congresos y demás. Pero solo en ese sentido. No tengo nada en contra de las personas que lo hacen, pero para mí nunca ha sido importante entrar en concursos de carteles o en asistir a congresos.
Lo más importante de todo, es ese momento en el cual tienes a un paciente frente a tí. Un paciente deprimido y desesperanzado al que debes ganarte para que siga un tratamiento. O a ese paciente que confía en tí, que espera tu ayuda. Eso es la medicina.
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