jueves, 1 de diciembre de 2011

all these places have their moments...

Aquel viejo texto qe comienza con "Si pudiera volver a vivir..." se le ha atribuido erroneamente a García Márquez y a Borges. En una entrevista de Poniatowska afirma ser el autor. Sin embargo también he leído quien dice que el simpre negó su autoría.

El verdadero punto de todo esto es aquella línea de ese texto que dice: "Al final de eso está hecha la vida, de momentos, solo de momentos..." Palabras más, palabras menos.

El texto no me gusta mucho pero esa frase en particular creo que es cierta.

Hace unos meses pasé por las peores semanas de mi vida. Aquel que niegue la existencia de la depresión no la ha vivido. Es tan simple como eso. Cualquier persona que sabe lo que es la depresión jamás olvida el horror que representa. Yo por lo menos no he vivido algo peor jamás, ni alcanzo a imaginar que podría superarlo.

Por casi cuatro semanas solo salía de mi cuarto dos veces a la semana. A consulta y a dejar la incapacidad al instituto. Bajé 14 kilos. No comía. Cualquier persona que ha vivido una depresión sabe que uno simple y sencillamente no tiene hambre. No se trata de no querer comer. Simplemente no sientes hambre. Puedes pasar días sin comer nada, sobreviviendo a base de tomar bebidas con azucar. No se trata de querer evitar la comida. O de no querer engordar. Al principio me causaba gracia, luego enojo. Pero me dí cuenta de las personas que creían que tenía algún trastorno de la conducta alimentaria. O que inclusive llegaban a burlarse de eso. Eso es cruel. Mas viiendo de un médico. Y peor viniendo de un psiquiatra. Cuando pasas por una depresión te importa un comino si bajas o subes de peso. Te importa un comino tu apariencia. No comes porque no sientes hambre, no por evitar engordar. El engordar o no engordar es algo que a uno le importa un carajo cuando está deprimido.

La primera vez que ví a mi médico ya estaba durmiendo unas 3 o 4 horas a la semana. Hacia unas semanas había debutado con crisis de pánico.

Durante esas semanas pasaba el día en mi cuarto, frente a la computadora, tocando la guitarra, día tras día, todo el día. No podía leer porque no podía concentrarme. No podía escribir nada. Fue hasta unas semanas después que comencé de nuevo a escribir y redacté varios textos en mi blog. Quería describir lo que acababa de pasar, porque sabía de alguna forma que tras unos meses no podría evocar esos recuerdos con la intensidad con las que los tenía presentes entonces. Y pensé que el describir de la manera más precisa posible lo que es la depresión viniendo de una persona que acaba de pasar por algo así, tendría cierto valor como testimonio.

Es imposible describir o explicarle a alguien la intensidad de la tristeza que uno siente en los peores días. Es una tristeza paralizante. te sientes tan mal que literalmente no tienes ánimo de salir de tu cuarto ni levantarte de tu cama. El esfuerzo de salir e ir a la consulta o al Instituto era en verdad algo sobrehumano.

En aquellos días, los peores, en lo que pensaba era en los momentos felices que he vivido. Uno recuerda todo. Y se da cuenta que la vida no es más que la suma de todos y cada uno de los instantes por breves o grandes que sean, en que uno fue feliz. Al final, los momentos tristes y dificiles no importan. Lo único que importa... lo único que se recuerda es a todas las personas que uno ha conocido en la vida. A los amigos de la secundaria, de la prepa, de la carrera y de la residencia. A tu familia. Mis padres, mis abuelos, mis hermanos, mis tíos, mis primos. A las personas que amamos y nos amaron. Desde el amor de tus padres hasta el amor de una novia.

La felicidad está contenida en pequeños detalles. En momentos. Eso es lo que recordaremos el día o los días en que, por la razón que sea, seamos que vamos a morir.

Cada una de estas personas son las que le dieron un sentido a tu vida. La felicidad, los momentos, las enseñanzas, el amor, los recuerdos que les dejaste y que ellos te dieron a cambio es el sentido de haber pasado por este mundo. Eso y nada más.

Las posesiones materiales son prescindibles. No estoy en contra de las personas que basan su vida en amasar una gran fortuna o en comprar el último gadget. Si se es feliz no tiene la menor importancia. Pero si se tiene todo eso y se es profundamente infeliz, todo el valor económico de esas posesiones es absolutamente trivial.

Lo único material que atesoró son mis libros y ms guitarras. Y en estas semanas, lo único que se es que mis verdaderos tesoros son los recuerdos de todas las personas que he querido. Todos los momentos felices que he vivido.

No se que es lo que me depara el futuro. Por más dificil que sea todo el día de hoy, tengo mi profesión. Y puedo arrepentirme de un millón de cosas. De lo único de lo que jamás podría arrepentirme es de haber estudiado medicina. Porque eso es también parte de lo que uno piensa cuando se siente tan mal como para desear dejar de existir: en los pacientes que uno atendió. En las personas que de una u otra forma uno ayudó.

De modo que mis más caros tesoros estan en mi memoria.

Todas y cada una de esas personas tienen algo único, algo que solo esa persona tiene. Todos tenemos cualidades y dfectos. Eso se sobreentiende. A lo que me refiero es a esa esencia indefinible que hace que una persona en particular sea inconfudible, única y especial para nosotros.

Afortunadamente tengo mi memoria llena a reventar de recuerdos y momentos felices que he vivido. Las personas que protagonizan esos recuerdos son mis tesoros.

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